Toda una vida trabajando. Desde los seis años, ¿siete tal vez?, en el campo, en una tienda, chico de los recados, molinero, arreglando carros, chófer, una guerra de por medio, tragedias varias con hermanos... tres hijos, muchos nietos y varios biznietos. El resumen de una vida no es tan fácil hacerlo. Pero es lo que hay. Y hoy por hoy se nos juzga por los años vividos y las cosas hechas.
Pero yo, a parte de no poder juzgarte, sólo recuerdo las tardes en bicicleta en la Fuente la Guinda, las pipas a granel las tardes de piscina, la piscina, los previos del verano: limpiar y rascar los baldosines... La paella de la abuela y tu plátano con pan... bueno, tu todo con pan. Y "callarse que empieza la Bolsa", y todos callados, claro. Las sobremesas con las persianas hasta abajo y el Tour de Francia, y entre medias, los toros. Y todos a dormir la siesta. Año Nuevo y comida en tu casa, repetición del programa de Noche Vieja, y llega la hora de persianas bajadas y la tradicional tira de monedas... las rubias, pesetas, y la alegría de todos tus nietos. Y las patadas para coger cuántas más mejor.
Tus historietas de la guerra... bueno, historietas no, tu vida, tus penurias, el hambre y la tierra que llegásteis a comer porque no había nada que llevarse a la boca.
Y Rascallú cuándo mueras qué haras tú? Tus tardes en el Hogar del Jubilado bailando y bailando y bailando.
Gruñón a más no poder, pero con los niños tú te volvías uno más.
92 años dan para mucho. Pero estos 32 que he coincidido contigo, se me han pasado volando.
Te mereces que por un momento pare mi ritmo y recuerde todo lo bueno que tienes. Y eso es con lo que yo me quiero quedar.