sábado, 8 de agosto de 2009

ola

Hoy he ido a misa con Sara. A misa de ocho.
Lleva un día especialmente revuelto por horarios y yo que contaba con tres horas entre toma y toma, me lo ha cambiado todo. No quiere bibe, quiere teta, y temo que no tenga suficiente comida para sus dos meses. No suele comer mucho; no es una niña glotona... y hoy, gracias a ello, he podido ir a misa. Y la verdad es que entre que yo no quería molestar a nadie (estaba con su ristra de "ays ays ays ays" antes de dormirse), he conseguido atender a las lecturas, pero poco más; pero antes de finalizar la misa se ha quedado frita.
He saludado a antiguas vecinas, he tenido que escuchar por enésima vez "los niños de hoy en día qué espabilados que están", pero he tenido una pequeña señal, señal que Él me manda a través de mi hija y es que, sin hacer nada especial, grandioso, consigue llamar la atención de todo el mundo... y eso me gusta, porque Él, sin hacer grandes señales, ha conseguido captar mi atención.
Sara, me quiere como soy y por lo que le aporto, al igual que el Padre, y el sentimiento que me ha reportado el darme cuenta, me ha dado tal alegría que he sido inmensamente feliz...

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