Sí, Sara ya está aquí. Y con ella todo ha cambiado para bien, pero absolutamente todo.
La casa y su limpieza ya no tiene importancia (aunque en el fondo de mi cabeza algo me dice que debo limpiar...)
Si hay comida o no la hay, tampoco parece tener importancia...
El sueño ha pasado de ser largo a ser por etapas, pero de buena calidad, o por lo menos eso se intenta.
La lágrima siempre a punto cuándo ves algo en la tele, cuándo se puede ver, (que suele ser en las cenas si hemos conseguido dormirla a las siete de la tarde).
El calor que tanto nos afecta, a ella le afecta el triple.
Si no hace caca en dos días, ya hay preocupación para todo el día...
Y mis ratos, mis ratitos... bueno, mis ratitines libres, no quiero pasarlos con la pantalla del ordenador en frente... voy a abrazar a Jose.