Pasando por la Navidad de este año en puntillas. Así me siento. Vivo la Navidad pendiente del tiempo. Vivo mi ahora pendiente del reloj. Ojalá el día tuviera más horas y yo más energía. Ojalá que el tiempo no se desvaneciera así, con la sensación de no haber hecho aquello que mi alma necesitaba. Y necesita.
Vulnerable. Mis armas no están puestas a punto todavía.
Perdida. Sé la meta pero no el camino.
Exhausta. Estoy oxidada. Apagada. Dormida.
Acorazada. Mucho daño, de hace mucho tiempo, comienza a aflorar. Y eso me asusta.
Soy consciente de mi dolor y de las heridas no cerradas. Pasé página sin saber si quiera el capítulo en el que me encontraba. Y soy consciente de que muchas vivencias e imágenes de entonces tienen la puerta cerrada, y abrirla es costoso, duro, necesario pero... ni tengo tiempo, ni ganas, ni fuerzas.
De esta forma es fácil que el rencor y el odio afloren, y que el deseo de que todo se ponga en contra de ellos, sea demasiado fuerte, y eso no es bueno para mí. Han pasado años, han pasado muchos, pero los recuerdos siguen ahí.
Feliz Navidad a todos. Esta vez la Luz me es tan necesaria...