Se fue a un lugar desierto para reflexionar, para curarse, para cargar pilas, para encontrar y encontrarse con su Padre.
Y quiero creer que yo también estoy en un desierto reflexionando, cargando pilas, esperando. Pero ese desierto no lo he elegido yo, como Jesús, sino que me viene de forma progresiva, como si fuera un regalo agridulce.
Tengo que aceptar el tiempo de espera como un tiempo de crecimiento, y ese crecimiento, como los dientes y como los huesos, duele.
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