Sara está durmiendo, y Jose también. Aprovecho este ratito libre para leer las lecturas de hoy domingo ya que no he podido ir a misa porque Sara se ha levantado más tarde y no he conseguido llegar a la de 10:00 h.
La idea central que me llega al corazón, con las lecturas de hoy, es la capacidad de perdón de las personas. Si alguien no es capaz de perdonar y de olvidar, difícilmente será capaz de amar. Y eso es muy complicado, no me reconozco rencorosa pero si herida cuándo tengo que perdonar a alguien y el acto de tener que echarme al hombro la ofensa y seguir, me cuesta. Pero la verdad es que incluso cuando me falto a mi misma, me equivoco, no hago lo que debería hacer, soy incapaz de perdonarme y me juzgo hasta que quedo agotada; si soy incapaz de no juzgarme con tanta severidad ¿cómo puedo pretender ser comprensiva con las personas que me rodean y que curiosamente son las que más nos duelen sus acciones?.
Que el Padre me acompañe en este camino de crecimiento. Que no vea actos sino personas. Que sea capaz de amar sin esperar nada a cambio y que no me dé miedo compartirme a los demás.
1 comentario:
Ay, Cecilia, si es que somos débiles por naturaleza. Forma parte de nuestra humanidad. Ya lo decía San Pablo: hago lo que no quiero y no hago lo que quiero. Creo que precisamente en esa debilidad Dios nos acoge con ternura, nos perdona siempre y realiza su Obra de Amor. Sólo nos pide que, humildes, nos entreguemos en sus brazos. Un abrazo.
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