viernes, 4 de junio de 2010

Viernes atípico

Debo ser una de las pocas que hoy trabaja en Madrid.

El domingo celebraremos el cumpleaños de Sara. Por estas fechas y hace ya un año, estaba visitando el hospital después de una serie de noches que sí, que no, que sí, que no... y deseando que asomara ya la cabeza (y nunca mejor dicho...). Y Ahora que rememoro todo aquello, sin dudarlo, volvería a pasar por la misma experiencia de generosidad, amor y sacrificio que supone parir; aunque hubo un momento (todo hay que decirlo) , que deseé que se quedara ahí dentro... y es que la cabeza de Sara era grande y me dió pánico la sensación de ni hacia atrás ni hacia adelante. Una experiencia única, sí señor. Y recuerdo que me la enseñaron así como se enseña un balón de fútbol y rápidamente la pasaron a reanimación... yo la veía a ella y a su padre cómo la preparaban para hacerla un paquetito, un fardo vamos, y me la entragaban para que la tuviera bajo mi brazo... parecía chinita, y estaba roja como un tomate por el esfuerzo, aunque me hubiera gustado verme a mí, después de 14 horas de maratón sin comer ni beber...
Los recuerdos se van diluyendo con el tiempo, y más en mi caso que tengo memoria floja, pero el nacimiento de un hijo (o aquellas experiencias que marcan, claro está) no se puede borrar. Da igual que tengas tres más, cada nacimiento es único, y su vida, ahora ligada a la mía, es única en la medida que ella me enseña y yo aprendo; porque aunque no quiera reconocerlo a veces, ella me enseña a mí más que yo a ella.

Ya dice "caca". Ya se mantiene solita unos segundos de pie y sin apoyo. Y ya hace el molinillo porque no quiere comer más... pero, sin lugar a dudas, me quedo con esa sonrisa que tiene siempre preparada para cualquier persona que le dice algo. Es puro agradecimiento.

Como dice una muy buena amiga... "no puedo vivir sin ti... no hay manera..."




3 comentarios:

Analía dijo...

Ceci, que lindo, que liiiiiindo!!!!!!
También soy "floja" de memoria, pero la verdad es que atesoro como super especiales el recuerdo de los días en que nacieron mis dos hijas!
Y lo que es más lindo, a veces cuando se los cuento a ellas, que disfrutan tanto el saber que eran esperadas con tanta ansiedad y tanto amor, me emociono mucho.
No hay manera de imaginar la vida sin ellas, no hay manera de vivir sin dar gracias a Dios por el regalo de sus nacimientos!
Te mando un abrazo bien grandote, y celebro este tiempo de compartir enseñando-aprendiendo con la peque.
felicidades!

Luis y Mª Jesús dijo...

Está ¡PRECIOSA!!!!.
Bienvenida Ceci.

Pau dijo...

No, no hay manera... Con el amor, no hay manera... Y, aunque sé que un hojo, no es lo mismo que un sobrino, yo ya no puedo vivir sin él. Los momentos más gratificantes me lo regala él, y los atesoro...